Muchas delicias y sorpresas esperan al viajero occidental a Irán, la Persia moderna. Regresé de una gira de conferencias de dos semanas a principios de septiembre en un viaje que me llevó desde Teherán y luego al sur hasta Isfahán, la joya cultural de Irán. Desde allí viajé a Saadat Shahr (una pequeña ciudad en el sur) y finalmente a Shiraz y a la cercana y antigua ciudad en ruinas de Persépolis, construida por el rey Darío desde el año 520 a.C., pero saqueada por Alejandro Magno unos dos siglos más tarde.
La historia y la cultura son importantes en Irán, y es importante comprender los diversos imperios persas que se remontan a más de 2500 años, incluidos los Qajars a lo largo del siglo XIX y Pahlavis (de 1921 a 1979) y la Revolución Islámica iniciada por el Ayatollah Jomeini en 1979. Para apreciar esta sociedad altamente sofisticada.
El primer punto a destacar es que Irán es un país muy seguro para visitar; no hay ataques terroristas ni atracos, y los turistas, aunque son relativamente pocos, son recibidos en todas partes con una calidez genuina y una hospitalidad increíble.
Una comida iraní que incluye arroz con carne, ensalada y garrafas de Dugh servida en una alfombra.